viernes, 3 de diciembre de 2010

Rodillas cabizbajas



Mis dedos, como rieles al viento
acorralados en las luces de otoño,
palidecen ante la ignorancia de los olvidos.
Aquellos olvidos que renacieron en la ausencia,
desde el tiempo en que se esclavizó la almohada
y el temor a rozar sus bordes.
Mis rodillas cabizbajas viven en pecado.
Ya no besan el suelo,
sólo observan desde lejos
los augurios del regreso inevitable
que se le restó a la historia.
Sé que todo lo que fue
seguirá siendo “lo” que fue.
Que el verbo no se hizo carne,
que la cicatriz de mi ombligo dejó de hablarme
y que son mis pies,
los que le sonríen hoy a tus zapatos.

martes, 16 de noviembre de 2010

Y tú...¿hiciste algo?



Hoy me senté a estudiar para mi examen de título, así como lo he hecho en varias oportunidades este último tiempo. Sin embargo, dentro de todas las cosas que he leído, hay una en particular que me llevó a escribir este texto. El maltrato infantil. Sin duda se trata de un tema hablado, conocido y en el cual se han realizado intervenciones a nivel país y a nivel mundial. Pero aún así me pregunto: ¿Por qué sigue ocurriendo?
Los teléfonos de denuncia son varios. Los lugares para acudir en caso de violencia, existen. Pero el gran problema pasa por decidir quién denuncia, quién da la alarma de alerta. En nuestro país la situación es clara, y debo decir que lamentablemente clara. Las familias chilenas se preocupan por mantener su privacidad, en hacer hincapié en el dicho “la ropa sucia se lava en casa” y que “no hay que meter la cuchara en asuntos ajenos”. ¿Qué ocurre cuando escuchamos o vemos que en la casa de nuestros vecinos se oyen gritos o golpes extraños? Callamos.
La crianza a la antigua, la rigidez de la educación... ¿pasará por una cuestión cultural? Imagino que así es. El palmetazo por desobediente, los gritos de los padres cuando los niños se portan mal. Pero… ¿qué ocurre cuando esos palmetazos dejan una secuela física grave? o cuando los gritos no son sólo gritos, sino susurros que van acabando poco a poco con el autoestima de un ser tan indefenso que ni siquiera es capaz de vestirse de adulto para implorar por un poco de cordura o de piedad.
Hay personas, hoy adultas, que vivieron o plasmaron su niñez en ambientes hostiles, personas que afortunadamente tuvieron la suerte de salir vivos del maltrato físico, psicológico y sexual. Pero que contienen cicatrices que van más allá de una marca en la piel. Son recuerdos que difícilmente se olvidan o se perdonan.
Hace algunos años, en mi condición de infante pude ver, sentir y escuchar a adultos que cuchicheaban acerca del maltrato hacia un niño. Tiempos en los que nadie hizo absolutamente nada. ¿Por qué? Todos sabían, todos lo conocían a él, a su familia y a las condiciones en las que vivían. En este caso, era uno de los padres el maltratador, pero el otro callaba, aceptaba y permitía. En conclusión, eran dos los maltratadores. Por otro lado estaban los que sabían, que “a ojo”, podría contabilizar unos 5 o 6 más (adultos). Sumando y restando, son casi 10 los maltratadores directos e indirectos. Nada más que por omisión.
¿Acaso nadie recordaba que cuando ellos eran niños, su ciclo vital, emocional y psicológico no estaba preparado para enfrentar una situación adversa de ese tipo y mucho menos, para gritarle al mundo que los ayudaran? ¿Alguien se ha sentado a pensar, alguna vez, lo que significa estar en el lugar de esos niños? ¿Alguno de esos 5 o 6 adultos?...
Hoy, soy parte del área de la salud. Un miembro más de tantos que tiene como función identificar, denunciar y rehabilitar a niños que han sido abusados o maltratados. Pero lamentablemente, muchas veces no basta con verlos una vez. Es necesario que alguien más tome el valor de salir a la calle, de dirigirse a un establecimiento de denuncias y de contar lo que sabe, lo que conoce.
Quizás hoy fue un moretón en el ojo y un insulto que lo situó por debajo de la escala de lo inhumano, mañana puede ser un brazo fracturado y un día entero sin haber recibido comida. Pero la próxima semana puede no haber un niño vivo a quien ayudar, a quien salvar.
Las cosas no dejan de existir cuando hacemos de cuenta que no ocurren, tampoco dejan de estar ahí cuando desviamos la mirada hacia un escenario más lindo y pintoresco. Las heridas no desaparecen si no las curamos y los niños, no se pueden cuidar solos. Hay que cuidarlos. Debemos cuidarlos, hacernos responsables por todo lo que ocurre a nuestro alrededor y no sólo del calor de hogar o de los problemas que existen al cruzar la puerta de nuestras casas. El mundo es más que eso y se va forjando con personas que tuvieron una infancia, la cual depende de nuestras acciones, aunque no sean nuestros hijos.
Por una única vez, intentemos imaginar a un niño con lágrimas en los ojos, tapándoselos para no ver la realidad que están viviendo, para esconderse de un infierno que no desaparecerá con un par de manitos frente al rostro… que grita, que pide ayuda, que implora por no ser golpeado, que pide perdón mil veces para intentar aminorar el dolor, para pensar que alguien, por más ajeno que sea para él, lo escuche y le salve la vida.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Cuando no muera

Cuando me percaté
de que mi cara esbozaba una sonrisa de niña inocente,
decidí renegar contra mi fenotipo.
Preferí pensar en la muerte
y cambiar la sonrisa inocente
por una sonrisa inevitable.
Aquella que acompañará las carcajadas
que gritarán sobre tu hombro
cuando venga a tirarte las patas en la noche.

domingo, 24 de octubre de 2010

Mientras Dios se tatúa la piel

Hoy, mis muertos no se callan.
Tampoco callan las monedas fundidas en azules amalgamas.
Porque me gusta el azul,
porque la sarna que cubre el césped es parte de mis pies,
porque es mejor venderse que quedar en vitrina.
El solsticio del día de ayer
cubrió parcialmente la frase atípica de sus sentidos,
sucumbiendo ante los episodios más monótonos de austeridad.
Mientras Dios se tatúa la piel,
cien oraciones perforan pieles vírgenes.
Apartando el silencio de los gemidos,
macerando el himen de las tonalidades grises.
Contra el muro, brilla el estandarte de la indiferencia.
Temo que mañana lloraré,
cuando el suicida masturbe su fe y sus creencias.
Sí, mañana lloraré.
Cuando suene la campana que acompaña mi siesta,
al mirar sobre mi hombro descubierto
y ver que no hay nada detrás.

lunes, 4 de octubre de 2010

Fíngeme


Engáñame en el retroceso de los nubarrones
que se robaron el día desde mis pies,
fingiéndole al amor enclaustrado
-teñido de saliva y humedales-
el aliento bermellón de tus uñas.

Miénteme cuando no te queden excusas
y vacíes los bolsillos de tus manos solitarias,
cuando sea el concreto,
el único paisaje que inhales por los ojos.
Fíngeme al mecer mis caderas,
porque adoro que me engañes
y amo que me mientas.

lunes, 6 de septiembre de 2010

No contemplen mi muerte


No contemplen la veracidad de mi muerte
cuando sea yo, quien ría de la filantropía
absurda de sus lágrimas deshechas.
No seré yo quien alumbre la pompa fúnebre,
ni mi nombre, aquél que retumbe en el eco sigiloso
de tacones encerrados a media luz,
en algún otoño cercano.
Será el viento deshojándose en lluvia y no en aguacero.
Será el verbo, cuando los niños quieran salir corriendo,
cuando vean la fiesta vestida de negro,
entre bóvedas silentes de cuerpos olvidados.
Serán los viejos culpándose inútilmente
y esperando su propio tiempo,
quizás la próxima estación.
Será mi descendencia,
mi sangre vertida en ojos desconcertados
intentando abrazar un sol que insiste en despedirse
por última vez.
No contemplen la tertulia de claveles
que graban en memorias, el ataúd de madera.
Esperen al primer gusano que devolverá
lo prestado a la tierra, al fluido inmundo
de un cadáver sin propósitos ni riquezas.
No esperen recordarme,
ni siquiera esperaré la visita de un par de pies
que vagan sin un rumbo certero.
Sólo me sentaré a escribir como siempre,
pero ya sin tiempo ni prejuicios.
Sólo para morirme de pena
hasta que no exista razón que me separe de ella.

jueves, 26 de agosto de 2010

¿Sería otra la historia?

Si es cuestión de destilarnos,
prefiero la espera.
El deseo estrecho de ansias y excusas
va forjando la mudez de los ojos
que se extraviaron en mis tobillos.
Fue la inmersión de los actos,
la autoridad inverosímil
de un solsticio apagado.
Encendemos velas,
quemando nombres
y lanzándolos a la espuma.
¿Sería otra la historia?
Ya no contamos.
Recordamos…
y bajo el manto azul
de una inconsciencia,
sollozamos entre cercas adornadas con mierda.
Porque la sangre ya no es sangre
y sangra lodo ensangrentado
desde la sangría sangrienta del corredor.
El rumor se lamenta
al instante en que el poder se suicida
colgando de los pies.

domingo, 15 de agosto de 2010

Púrpura

Con la tentación obturada en tintes púrpuras
sucumbí a la enredadera de vicios envenenados
que vistieron de universo elíptico
el manto oscuro y húmedo de la lluvia.
La sombra transparente giró la esquina
y se nubló la luz del término del día
al vaciar las arterias clandestinas
que congelaban las monedas tiradas en la acera.
Al cese de un estruendo
tropezaron los perros que lamían la brisa,
triturando el hogar opaco de un vagabundo cubierto de despedidas.
Un piano, a lo lejos,
alcanza a besarme los zapatos
mientras la calle se acerca a mi cabeza.
Una cucaracha hambrienta se metamorfosea con un sueño
y la nombro mía;
mía, como un vientre cubierto de esperas;
como el brillo de un faro bajo la escarcha;
mía, como el tiempo que aún no llega.
Comienza a llover y no es agua.

lunes, 19 de julio de 2010

Eso fue...

Fui ayer sal que renegó el acero;
oblicua seda que derramó tinta negra
bajo la cobija de oro pintada en lluvia.
Fuimos largos pasos;
humedales en franca decadencia
y caricias perversas de ridículas estaciones.
Fuiste la carne que masticó el diente;
un dedal enredado entre agujas
que vertió mares en nubes vaporizadas;
una lengua deshidratada,
un ojo al revés
y un dedo que ya no apunta.

sábado, 19 de junio de 2010

Elegía imposible

Hoy la noche es blanca.
Blanca como el ojo recostado en mi lomo.
Hoy el frío es denso, callado.
Se arrima y se entrega en estados mentales
que reniegan el humo violeta de sus pestañas.
Hoy ya no es noche ni día.
No es sombra ni esputo.
Hoy, es ronquido austero de elegías imposibles.
Hoy es hoy y no será mañana.

miércoles, 9 de junio de 2010

Me sometí

Me sometí a lo impúdico;
a la crudeza inmoral
de palpitarle a lo ajeno;
a confesarme ante una tabla
que destiñe cuerpos olvidados,
extraños y apacibles.
Me separé del hecho
vociferando improperios
desgarrados en tildes
que no debieron imprimirse.
Hice el amor un par de veces
y en otro par de oportunidades
decidí morir.
Pero el infortunio revivió mis sienes
y clavé los hilos de la vulgaridad
que tejen hoy, la indecencia
del resto de mis días.
Fui eco en yemas azules;
fui hueso y viento
de ojos astillados;
fui sombra que no se borró;
fui coágulo de verano
adherido al pavimento.
Sin embargo, me sometí.
A lo impúdico, a lo insólito
y a ti.

martes, 1 de junio de 2010

Que te follen


Despellejé la cobardía
al torturar la oscuridad
bajo un par de pies embarrados.

Me arrodillé y pedí perdón
-sin culpa-
sin una maldita culpa que
deshiciera en sal y azufre
el asqueroso reflejo
que se retorcía en tus uñas.

Maldije tu odio
borracho de abriles
que no se recuerdan
-ya no se recuerdan-.

Y en la ansiedad de opacar
el vicio indecente que rodea
la mugre de tu lengua,
pacté tu vergüenza en mis sienes,
grabé el aliento de tu vómito
en mi vientre
y me largué
-me fui a la mierda-.

Desde la mierda te lancé el último beso
mientras cultivaba el odio
que alimenta mi voz y mis entrañas.
Y grité
-como nunca en mi puta vida grité-


¡Que te follen! ¡Que te follen de una vez!


Y reí,
como nunca en mi vida reí
cuando te partieron el culo por la mitad.


… Te miré a los ojos
y vi que ya no eras tú…
-era yo, era yo-

miércoles, 19 de mayo de 2010

Despojos



Aroma rancio, nauseabundo.
Un seno al aire que dibuja muertos.
Lectura de perversiones tuyas, mías...
Deshojando el encierro y el hambre.

Girasoles marchitos bajo una sonrisa en sepia.
Orgullo aplastado en infortunios absurdos.

Tú y yo,
un "nada" conjugado al "todo" externo de lo irreal.

Búsqueda de abrazos rotos.
El colapso de un vestido manchado, ensangrentado.
Princesa suicida con daga ajena.

La pretensión de un pasado que no revive.
Un recuerdo, un instante…

… una imagen.

Al unísono son despojos.

lunes, 10 de mayo de 2010

¿Bailamos?

Desde que perdí el sueño en medio
de la miseria de un latido, imaginé
el revoloteo de un infortunio casi
ahogado en un charco salado de miel.
Con el paso cansado, intentando besar
el suelo que no me sostenía, dejé atrás
esa miel perpetua de desencantos y
bailé. Bailé como nuca imaginé bailar.
Me aferré a un “do”, a un “mi” y a un
“si” que deleitaron un “fa” sostenido
en mis sienes, aligerando el paso,
soñando un cuento inmortalizado
en melodía radiante de besos
crucificados en piedra y cemento.
Embarré tu espalda con finezas de
dama enamorada mientras la música
seguía robando el sueño y bailábamos…
Bailábamos hasta matar el aroma del
viento; hasta fundir el temblor de tus
manos con la cintura de mi cuello;
hasta resucitar el infinito que de noche,
sentía el ritmo alado de tu aliento y el
mío. Resbalando en piel, el brillo de la
huella de tu pelvis grabó tus sonidos
en mi vientre cuando el juramento
de un planeta casi destructivo, sollozaba
a gritos un “te quiero” a la única estrella
que aún giraba alrededor de los dos.

miércoles, 28 de abril de 2010

Y será noche

Habrá victorias dentro de botellas de vidrios
cuando se despegue la opacidad de la madera podrida;
cuando se atraganten las lenguas perforadas
que lastiman la sequedad del alma ante el descontrol.


Resistirá el borde afilado de la consciencia
cuando ya no lastime el tiempo
y se haga resurrección eterna en el vientre vacío
de una pérdida ensangrentada de olores y pobreza.


Y será noche,
porque en la noche se esconden las sombras,
porque a nadie le importa si vivo o muero,
porque ante la desgracia se desvía la mirada
y se muerden los huesos enterrados en el basural.


La pretensión será la justicia de la orfandad
ante la ceguera y la mudez
de un niño que llora lágrimas secas.
Un niño que busca entre criaturas deformes,
la semejanza de un rasgo de piel que no cabe en sus manos.


Para reír,
para caminar,
para soñar,
para vivir.


Para amar un cuento partido a la mitad
en el que nacían victorias dentro de botellas de vidrio,
batallas que invadían la fantasía de un anhelo.


El anhelo que se suicidó de noche,
cuando las sombras suelen esconderse
y cuando a nadie le importa
si vivo o muero.

lunes, 26 de abril de 2010

Me pinté los labios

Me pinté los labios para esperar la muerte
y ella me dibujó una flor en el rostro.
Me recibió con un aplauso
mientras el lápiz de ojos se desvanecía en mi cuello.
No besó mis labios.
Me besó en la frente
bajo la excusa de que en mi boca revoloteaban
demasiadas mariposas.
Le cubrí el rostro con mis manos
y soplé,
el secreto que ya no me pertenece.

sábado, 10 de abril de 2010

Ya no me trago la ausencia

Ya no me trago la ausencia.
Doy vueltas y cuento al revés
para provocar el hambre
destrozada por sus manos.
Me tomo un café
y brindo a las historias
que ya no cuenta,
que ya no imagina
ni piensa...


Ya no mastico las ansias,
ya no duele
el tecleo pegado en la pared
y suelo soportar de vez en cuando,
la mirada nauseabunda
de un enfermo degenerado.


Ya me acostumbré
a no tener aventuras,
a la rutina absurda
de un baile de domingo
y a no esperar.


Ya me cansé
de dormir en el suelo
y de soñarle al viento,
de vomitar la bilis
por los ojos
y de exprimir el corazón
que tuve en las manos.

martes, 30 de marzo de 2010

Inmaculada

Deslizándose en las demoras
que depositan milagros en clavos
oxidados, ella se viste de mariposa
muerta para despertar golpeada
y herida, intentando recordar el
centenar de estrellas que gritaban
su nombre en las madrugadas.
Las ulceraciones infectadas de su
pecho caminan hacia un epigastrio
que delata el miedo de no encontrar
entre la mitad de una lágrima y un
tercio de dolor, lo que siempre fue
ajeno a sus alas y a sus sombras.
Sí señor, hoy ella se viste de mariposa
muerta y el vuelo lepidóptero de sus
sueños, evoca las polillas que eyacula
su mente momentáneamente inerte.
Masturba sus alas en un baile etéreo
que mezcla la virginidad y la alevosía
pintadas de negro, esparciendo el aroma
a celo que hoy no atrae ni envenena.
Abusa del tiempo inquieto que acentúa
las heridas infectadas que no descansan,
que agotan y opacan el compás de sus
pasos, mientras espera y resurge
el ahogo de los fluidos vírgenes
en un beso que nunca recibió.

miércoles, 24 de marzo de 2010

No importa

No se asusten si me ven hablando sola.
Tan sólo es el retrato de la pared que se cayó.
No se alarmen si con un grito desaparezco.
Quizás es lo mejor.

El día en que tomamos conciencia de lo esencial

Un mes incompleto hecho eterno
en dos minutos y cuarenta y cinco segundos,
embarró al unísono la fragilidad estructural de una Patria
dejando la esperanza colgada en una rama seca.
Se inundó el naciente de pies y piernas
que acariciaban inmunes e inocentes,
la tierra.
Esa tierra que dislocó sueños
y embaucó vidas,
poseedora de un himno que entona a un mar
que tranquilo nos bañaba.
Esa tranquilidad azotó un pueblo dormido
que desde sus escombros aún espera y canta
por la promesa del futuro esplendor.

“Por la razón o la Fuerza”

Temo golpear su puerta

Mis pies fueron extraños
y mis manos un insomnio.
Mis caderas disfrutaron el adiós de un reencuentro
cuando no era el deseo
y sí la compasión,
lo que perduraba en el instante que no era yo quien te acurrucaba.
Caí ante el regreso de un pasado
que temo se haga futuro.
Aseguré la ambigüedad de una estancia intranquila,
de la duda y las mentiras que atormentan las heridas de dos a-dioses.
Ayer, como hoy se esfuma la cronicidad de vez en cuando
sin evitar el líquido salado que moja un lecho de derrumbes.
El a-diós no lo ve y se asimila a un sin-dios.
El otro se asegura a un tronco que está por quebrarse
y no nota la inseguridad de un par de frases que tardan en llegar.
Ni siquiera quieren golpear la puerta…
¿Acaso la abrirán,
o quedará en el sonido hueco de un golpe que sólo rebota en mi?
Un golpe que rebota y me bota,
que me descascara e inventa una melodía hecha de espumas.
¿Soy yo o es la envidia de lo que fui?
¿Es él o era?
¿Es él o seguirá siendo?
“No sir… not me, I am free”
I’m not anyone, pero esa libertad utópica
no me pertenece, sino hasta mañana.

Me duele el brazo izquierdo

No se delatan por sí solos
aquellos estropajos que cubren
el cuadrado que enmarca tu perspectiva.
Me tropecé y te tropezaste
en la esquina de un fósforo apagado.
Cabalgando una pesadilla con dioses y santos que se reían,
que se esfumaban en la niebla azul petróleo de sus manos.
¿Era una muralla?
¿Era la muerte?
Si ponerse de pie resultó un descaro,
dormir resulta hoy, un lujo.
¿De dónde nacen los valores?
¿De dónde renace la fuerza?
Nos perdimos un par de días,
quizás entre la desesperación de lo inevitable.
Tengo sueño y no duermo.
Tengo miedo y no escapo.
He de enfrentar el lazo amargo de una caja vacía
y saltar detrás de un barco encallado en una reja.
Ya no espero,
ya no sonrío
ni como.
No tengo ganas
y de esas ganas se apaga la fuerza que duele en mi brazo izquierdo.
Sangran mis uñas
y pesa el cántaro de agua turbia que escribe “Tú”
en una hoja seca.

jueves, 18 de marzo de 2010

El Terremoto y nosotros

Se han perdido muchas vidas. Yo perdí mi casa, mi hogar, mi refugio. De este evento inesperado apareció lo mejor y lo peor de todos. Nos cambió la vida y nos mostró que el valor de la ella es inmenso, que se puede perder en cualquier momento y que lo material, si bien en el primer momento no es importante, luego de dos semanas de un terremoto, se extraña muchísimo.

Desde el 27 de febrero a las 3:30 AM, han ocurrido cosas que jamás imaginé en mi vida ni en la de los demás que comparten conmigo, una historia y un evento de proporciones catastróficas. El terremoto social que quedó atrás, destruyó sueños más allá de los que destruyó el terremoto mismo. El tsunami que azotó casas, vidas y el esfuerzo de tantos años, uno de los errores más grandes de la gestión de este gobierno, al no dar aviso, al devolver a las casas a gente que intentó salvar sus vidas.

Puedo decirles con una firmeza única que aprecien sus vidas, que aprecien a sus familias, que cuiden lo que tienen a su alrededor. Yo estuve por casi tres minutos pensando que la perdería, al igual que la de mi madre y la de mi tía. Ambas quedaron atrapadas en sus cuartos y no sé de donde saqué la fuerza para abrir esas malditas puertas. A cada movimiento nuestra casa se caía más, hasta llegar al suelo. Ciertos lugares de mi ella, como el baño y la cocina quedaron en escombros y agadeceré por siempre que no estábamos ahí cuando fue el terremoto, sino, no estaría contando esta historia.
Los gritos de mi madre, la desesperación de mi tía, la búsqueda de quienes no sabíamos nada, la desolación luego del terremoto, esa niebla espesa, el olor a cemento, a polvo, el ruido del mar entrando a la ciudad, la desesperación de todas las personas que consiguieron llegar a los cerros... eso jamás se podría imitar, ni siquiera en las famosas películas de desastres. El miedo es indescriptible, las ganas de salvar las vidas que pudiéramos, correr hacia ningún lado sabiendo que donde estuviéramos, nada era seguro. Las lágrimas que derramamos al ver, cuando amaneció, nuestra casa... Pueden pensar que tal vez sea materialista, pero luego de estas dos semanas, extraño tanto volver a tener el hogar que apesar de haber sido una casa vieja, era nuestra. El lugar donde crecí, donde mi padre murió hace años. Incluso no poder ir al cementerio a ver si su tumba está o no entera, el temor a ver que lo puedan dejar en una fosa común...
Cosas que nunca pensé que pudieran pasar.

Y así como esto, podría hacer una lista inmensa de sensaciones, de emociones, de cosas perdidas. Pero si hay algo que ganamos, fue la solidaridad, se crearon lazos que nunca se habrían creado si algo así no hubiera pasado. Conocimos a vecinos, vimos quienes eran nuestros verdaderos amigos, quienes realmente hicieron lo posible y lo imposible por traernos comida, agua y ropa.

Hoy, quien mira nuestra casa llora, piensan y nos preguntan cómo fue posible que saliéramos vivas de ahí. Yo me pregunto lo mismo, pero las respuestas no sé donde están.

Sólo puedo decirles que se cuiden, que corran por sus vidas cuando sea necesario, que cuando necesiten alimentarse ustedes y alimentar a su familia, hagan lo que sea, porque la ayuda de los gobiernos es demasiado lenta para poder satisfacer las necesidades básicas de todos.

Valoren su vida y la de quien tienen al lado... porque cuando están a punto de perderla, no podrán arrepentirse de no haberla valorado.

Lloren cuando quieran llorar, tomen decisiones que jamás tomarían, láncense a hacer cosas que nunca han pensado hacer. Mañana puede ser demasiado tarde...

Quiéranse, ámense, no hagan daño, ayuden a quien lo necesite, no miren hacia el lado cuando alquien necesita un vaso de agua o un pedazo de pan, ahora tan escasos aquí donde estoy.

Cuiden a sus familias, no se separen de nadie sin decirle que lo quieren. No salgan de sus casas peleados, no se duerman con algo que quieran decir, porque en un par de minutos su vida podría ser tan horrible que quedarán con eso atragantado para siempre.

Si quieren sigan mi consejo, si no quieren no lo hagan. Pero aprendan a darle importancia a lo que realmente vale y no a cosas que creen que valen.

La vida, la familia, la comida, el agua, la luz...

Gracias por todo una vez más.
A seguir adelante, a levantarse.

A levantar Chile y a levantar la vida, que nunca más será la misma.

Un abrazo y un beso a cada uno de ustedes.

Nave

viernes, 19 de febrero de 2010

Cíclope de madera sin final feliz

Hoy desperté con el vaso medio vacío
recordando que me dormí sin vasos ni cigarros en la mesa.
Pude inventar una analogía
y declarar que fue tu presencia
-algo inmunda y perdida entre mis piernas-
la que invocó el trago amargo del licor sin hielo.
Esa amargura que deja la delicatesse
de un café manchado de tintas
y la canción olvidada de tus uñas.
Pero te vi despertar
y jugar con la sábana que dormía en el suelo;
te vi alimentar la marca de un silencio
que se hizo obra maestra en mi espalda
y te vi partir en dos
la huella que dejó el susurro de un te amo nunca escrito.
Abrí un ojo,
el otro se quedó pegado en el techo,
cerrado,
quizás llorando, pero lejos.
Con una dificultad casi inimaginable,
el cíclope de madera quemó tus pestañas
cegándote el vacío que dejaste bajo mi mano izquierda.

¿Ya te vas?
No te detengas,
que los finales felices no existen.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Los amantes se atragantan

Los amantes se atragantan,
escupen nimbos electrizados
y se preguntan
por qué una abeja amamanta a sus crías.
Quieren salir de un cajón vacío,
acicalar la herida que quedó abierta en la ventana
mientras oprimían la mano y las uñas
que escribían un cuento de juguetes resquebrajados.

Hoy el día es negro,
bizarro,
opaco
y se pronostica una lluvia de sal caliente.
Se bañarán los niños en la tormenta
y los ojos no serán ojos,
serán arañas que alimentan los frutos
de una discordia precipitada años atrás.
Las manos no serán manos,
serán pies con lenguas y mucosas deshidratadas;
los amantes ya no se atragantarán
y las abejas no amamantarán a sus crías.
Mañana no será hoy ni llegará a ser ayer.
No habrá cielo que cobije el “nosotros”,
ni un miserable vidrio
que seccione las venas deseosas de teñir el asfalto.

Pon tus dedos sobre los ojos
y presiona hasta tocar tus pensamientos;
hasta que el viento entre a los cartílagos
y te hable mi voz.

-“Speak to me”-

Háblame hasta resecar tu lengua,
hasta desgastar el vientre
que libera el mito diafragmático de tu aliento.
Háblame,
que mañana no será hoy ni ayer.
Háblame,
que mañana no nos atragantaremos.

Romperás en lluvia
y yo,
en la sal que avecina la tormenta.

viernes, 29 de enero de 2010

Sé que no será

Sé que no será
cuando te encuentre en el túnel que talló tu descendencia
bajo ese viento que me abrazó al mirarte dentro de los ojos.
Sé que no serás
el almirante de un barco encallado que ya no truena sus campanas
ni se alza para pedir la supremacía de su canto.
Sé que no seré
un sueño, una avenida, ni una eterna imagen etérea perdida en tus dedos
que no se resbala al amanecer, ni sobre el suelo que no pisarás.
Sé que no será,
sé que no serás,
sé que no seré,
que vivo pero muero,
que me encuentro y te pierdo,
que alcanzarte no me basta,
que de marcharme me quedo.

martes, 26 de enero de 2010

El secreto de mi lamparita (reto)

Al apagar la luz
mi lamparita me contó un secreto
que viajó hasta un país oriental.
No sabía donde quedaba Irak
ni lo que era un viaje tan largo.
Sólo sabía de dioses mitológicos,
de su Zeus y su Danae;
cuentos inventados por mi papá
que dejó el desodorante fresco de pinos
encima del cajón donde hoy guardo sus recuerdos.
¿Podré lavar esas acuarelas pintadas de Dioses
en un país tan lejano,
sin lavarropas ni detergente bajo el brazo?
Prefiero seguir mi viaje
sin luz ni agua para lavar,
porque prefiero el secreto que guardé en mi maletita
teñida de besos paternales y un barquito de cristal.

Ni ángel, ni santa, ni virgen

No soy un ángel
ni pretendo entregar mi alma
a un señor de buen corazón;
la venderé al mejor postor,
al que sepa borrar la tinta que manchó mi vestido,
al que entienda que soy caprichosa,
que navego más allá del agua que me rodea,
que no temo partir mis brazos por la mitad,
y que no deseo convertirme en Santa.
La venderé al que me olvide cuando yo decida,
al que se broncee cuando llueva,
al que baile sin música,
al que sienta dolor cuando esté feliz
y al que se amarre a la cama sin aviso.
No soy ángel, no soy princesa,
no soy santa,
ni una virgen (,)* puta.

*Quien desee lo lee con o sin coma, queda a su gusto.

viernes, 22 de enero de 2010

No sé

No sé en que parte
de toda esta historia
se marcó un final
y un inicio.
Pero prometo
que no reviviré
lo que duele,
lo que entristece,
ni lo que no merece
ser recordado.
Me quedo con los nuevos,
con los míos,
con los nuestros.
Total,
eres mío
y yo soy tuya.
¿Qué más da revolver la olla
si al final,
la comida se quemará
de todas formas?.

martes, 19 de enero de 2010

Te mastiqué sin lamer

Si no te mordí los ojos,
fue porque mis dientes se desgastaron
al masticar tu entrepierna.
Mientras montaba tu nariz,
la saliva de mis dedos se ofuscó en tu lengua,
enredada en los gruñidos de perro
que buscaban penetrar el anillo escondido de tu sangre.


Vestida de una palabra altisonante
me llamaste puta
y una uña clavada en tu cuello
te mostró que el sol no es lo que imaginabas.


Me autoproclamé tu exclusividad al revés
y recé una plegaria que reposó en tu virilidad erecta,
imponente,
audaz,
altruista,
pero mía.


Si no te lamí las uñas,
fue porque se perdieron en mi columna
al atravesar mis vísceras humedecidas.


En el borde de tu labio inferior
perforé el sello que te esclavizó a los ojos de mi pecho,
probando el sabor agridulce del manantial de especias
ofrecido por la puta que te rompió la cama.
Tú me ladrabas y yo te mordía,
tú me insultabas y yo te succionaba la memoria.


Y así me pregunto,
¿Me seguirás aman(follan)do mañana?

lunes, 18 de enero de 2010

Y me mordí el corazón

Y me desvestí
porque ya no quedaban excusas,
porque perdí el tiempo
y lo deshice en un viaje que se ahogó.
Y me mordí el corazón
porque ya no era divertido,
porque el eco de un sueño se partió
y no fue culpa de mis pertenencias.
Y me alejé
porque se nubló lo extraño
y el silencio me maltrató.

miércoles, 13 de enero de 2010

Perra vulgar y perro de cola grande

Quise venderle al mundo mi último suspiro
pero lo compró el tipo que me silbó en la esquina.
Casualmente enredé los tacones en su cremallera
y por cinco eternos segundos,
fui una dama decente.
Intenté disimular mi cara de vulgaridad
impaciente por morder el pedazo de…
“souvenir”
que se instaló ante mis ojos,
pero el par de billetes se desvió
hacia la precipitada suerte del tipo que a esas alturas,
ya no silbaba.
Me agarré al tipo,
al poste sin ampolleta,
al grillo que saltó en mi espalda
y al perro que intentaba morderle el culo.


-el perro tenía cola grande-


Ajustadas las cuentas,
me lancé a un charco de agua
para lavar los restos que no alcanzaron a entrar
y saltó el grillo medio vivo, medio muerto.
Pasó una perra oliendo a días fértiles
y el tipo se fue tras ella.
Me quedé con el de cola grande y un par de billetes mojados.
Paré de gozar cuando me empezó a doler la lengua
y me quité el piercing.

miércoles, 6 de enero de 2010

No quiero amarlo

No quiero mirarlo.
Quiero bailar en el brillo que destella su paciencia,
perderme en sus urgencias y encontrarlo.
No quiero besarlo.
Quiero surcar en el azul de su lengua,
y en el papel que rasgan sus ojos
amanecidos de muros y un cristal.
No quiero abrazarlo.
Quiero correr y lanzarme al suelo
que viste de cuentos una playa tatuada de piel,
oyendo el favor de un mendigo que desnuda su partida.
No quiero sentirlo.
Quiero leer el misterio de su niñez
en complicidad con la madurez de sus estaciones
y sus manos chuecas de riesgos y desventuras.
No quiero amarlo.
Quiero rescatar desde su sed
el abismo y la huída de sus reflexiones
que busca el ruido del aleteo de una mariposa prófuga.

No quiero amarlo, no quiero (tan sólo) amarlo...

Peces