miércoles, 22 de julio de 2009

Veneno en cobre tinte


Acumulo la risa en el éter que,
cuajado de quebrantos ondulados,
desmorona el tiempo mal nacido
bajo la tormenta de una visión.

Hechicera…
¡sí!,
¡majestuosa elegancia que adulo tras mis pasos!

Tras el vacuo insomnio que llena el infierno
se recuesta la pesadilla y el sueño.
Sereno y multiplicado,
el miedo evoca al aliento que,
en su hedor de plegarias añejas,
tejió el que hoy es mi lamento.

Hechicera…
¡sí!
¡sediento encanto de inocencia perdida!

¡Mía, mía, sólo mía!
¡Tan pura como el vaso que bebió tu nombre!
¡Tan anegada como el pulcro viento
que se viste no de oro, y sí de cobre!

martes, 21 de julio de 2009

El catre bajo mi espalda




Es en un vuelo
donde se tocan los pecados.

Montados en cinturas ondulantes
se golpean los séquitos llenos de piel
que en sus colores azules y violetas
derraman en mi vientre la acidez de sus esencias.

Es en los pechos
donde se guarda el umbral del deseo.

Sangra en dolor y en lenguas descalzas
padeciendo en la agonía de las mordidas
el sombrío cetro de su erección infernal,
tatuando el camino que saborea mi saliva.

Te arranco la boca que cubre mi entrepierna
esculpiendo en la lengua,
la silueta de la celebración de mi orgasmo.

Mientras tu mano alcanza el catre que tiembla bajo mi espalda
las uñas de mi carne amoratada
se clavan en la perdición de tu columna en oleajes penetrantes,

entregándote mi gemido,
mis aullidos de perra en celo,
que resecan tu vientre
alzando el grito de tu alarido en mi cuello.

lunes, 20 de julio de 2009

El albedrío de una demente






Hoy me siento ante el color de la desdicha
y aquella sonrisa que solía caminar entre mejillas
pertenece hoy
al crepúsculo de un día de Julio.

El talante de los transeúntes
se viste de chubascos y temporales que abofetean
en mudos gritos, ahogos, y tristezas
la sal que reseca mi cordura.

Y así transcurre el dolor
como protagonista de un circo de la vida,
escondiendo en la farsa de risas y alegrías

la sangre de la herida
que dibujó el roce de mis labios
al besar el borde de sus dedos.

He vuelto a fallar a favor de mi demencia
en la pretensión de ilusionar en una mentira
las manos que protegían mi avenida.

Es el juego de siempre
lanzando mis zapatos al abismo,
durmiendo en los rieles del tiempo,
desangrando los ojos ante el sol.

Si pudiera mantener vivo
el silencio de la distancia,
lanzaría la semilla de mi intuición
a la plegaria de sus pensamientos
para hacerla parte de mi ecuánime albedrío.

domingo, 12 de julio de 2009

Con el fusil en la entrepierna




“Y en un intento
sacrificó su verdad”

Dándole la espalda al respeto
aceptó el castigo,
aquél que le respiraba en la nuca
gritando, azotando,
hablando de perdón.

…Seguía oyendo…
El fusil cargado le sonreía,
enfriaba la entrepierna
abandonada años atrás en un par de alas
que migraron hacia la memoria de un senil callejón.

…Miraba a la nada…
La sombra le contaba historias
empapando las paredes
de calles, avenidas y veredas,
de serpientes, pesadillas y camas vacías.

…Escribió una nota…
Dedicando una línea a su boca
le agradeció el calor de labios ajenos;
a sus manos
les prometió ser dueñas de lo que quedaba;
dándole a su alma
la maldición de haber amado a ciegas
a unas alas que al migrar al olvido
abandonaron la esperanza.

sábado, 11 de julio de 2009

Límites agorafóbicos


Dame una razón
para seguir el rumbo hacia atrás,
arrancando la cerradura
de un cambio irreversible.


El ahogo de un germen ridiculizado
dentro del miedo al mareo,
a las flemas, al vómito descerebrado.


Soy la gran mentira de un diástole,
la absurda contracción de un orgasmo
representado en la influencia de mis pupilas.


Me atraganta el miedo
al sudar en el licor de sangre ajena
y es el réquiem de mi muerte
la ilusión del dolor arrepentido.


He hechizado a la única luz
aquella dulce, sin acidez ni amarguras;
fui parte del engaño a una multitud
miembro de la desnudez en emociones
rodeando cuerpos, músculos y huesos.


Fui la flor, la tierra, la diosa
sumergida en escarcha invernal,
en delirios y nudos de angustias
atragantada con plumas de ángeles
golpeada por el paraíso
destronada…
por el poema que hoy escribo.

Dibujándote


Te descubrí sin querer
entre la lluvia que emborrachaba el incienso;
aluciné en lo cotidiano
…deslizando el aire
aminorando mis marcas…

Te atrapé en un poema
que sentía presente en los minutos vividos;
sentada junto a una pluma
que en suaves melodías
cantaba a tu nombre.

Desperté junto a la esencia
acunando entre mis brazos a tu soledad;
envolví los besos que revoloteaban
sudorosos y llenos de amaneceres.

Sembré mi destino en tus virtudes
alejándome del reloj…
que con su arena contaba
-mudo y atónito-
cada caricia de tu mirada.

En mi espejo


Me pregunto
si en tu mundo se alcanza una estrella
o si en la sombra se auscultan promesas;
si existirán ofrecimientos redoblados
junto a juramentos que pavimentan
cementerios profanados.


Olvidarán,
en tu universo,
que son mortales aquellas esquinas;
ultrajadas por bostezos de santos sin nombre
a la mirada esquiva de un Dios
que ni siquiera en estos versos,
se hace hombre…

Einsamkeit (soledad)


¿Me hablas a mí?




Doy vueltas alrededor de mi misma
sin encontrar el inicio ni el fin.

¿Alguien más se percata de mi existencia?



…Giros entrelazados…
casualidades vívidas en un cuarto,
un tercio o la mitad de una circunferencia
jugando con mis latidos, azotando el paso.

¡No me hables!



Desintegras el eco de mis historias
((un carrusel, una avenida
un payaso sin maquillaje
es el circo que emprende el viaje))

¡Aléjate de mis manos!

…No puedo ahuyentar la gloria de tu voz…



Me atrapas en el colapso de venas ingurgitadas
que se desatan en la simplicidad de un deseo;
impotente desequilibrio
de lucidez en un vómito turbio.

¿Por qué sigues hablándome?

¿acaso no ves que me reduzco a lo absurdo?



Presa de una realidad únicamente mía
que no merece entendimientos;
ahuyentada con espinos
obligada a vagar entre pasillos.

¿Pretendes guiarme?



…Las direcciones llevan a la mazmorra…
el calabozo de paredes blancas
arrastra un cáncer con hedor a epidemia
alcanzando el haz de la única luz difuminada.



((Sólo tú y yo sabemos quien soy))


Una silla en medio de la nada,
una risa callada en la multitud de rostros asustados;
una voz agónica sin esperanza,
un cuerpo meciéndose en la lluvia de la mañana.

Peces