martes, 4 de diciembre de 2012

Y...

Creo que  fue tu ojo depresivo
o quizás los callos que traes a cuestas.
Fue el aliento, el susurro 
o simplemente, 
la sonrisa que le devuelves al tiempo.

Aprendí a recordarte a medias,
a desgastar los vidrios empañados
cuando pasa el frío
y a mirar de lado
para que no se note
que dejé de verte a ti.

Ahora voy caminando al revés.
Arrastrando los puños 
para esconder el cansancio.

Y corro.
Corro despacio y pausado,
así como tú
cuando buscas mi cintura.

Fue el vacío disfrazado de vino y sal
al alzar la copa que manchó mi vestido.

Y moriste.
Moriste para renacer en tintes violeta,
mientras yo me deshice en aquella mancha que no se borra...
No se borra...

"Y..."

lunes, 3 de diciembre de 2012

El amor es inútil







Aunque no reposen sus huellas en mi espalda
y sean sus besos un préstamo de gracia,
me sentaría a esbozar el aroma a tabaco
que se desprende de su lengua.
Descansaría el alma sin hablar de a dos.
Sin regresar.
Sin beber de la taza de café
en que se imprimieron sus labios.

-El amor es inútil-

Aunque dejara de ser yo
la singularidad de su lecho,
no podría renegar de sus manos,
sin antes arrancarme la piel.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Veintitrés horas

Que no tema tu mujer.
-No pretendo enamorarte el alma-

Que no desvaríe en celos ni inconsecuencias.

No soy una mancha de lápiz labial en tu cuello,
tampoco un nombre disfrazado en tus historias.

Que no me culpe si he de habitarte el sueño
ni que prefieras dormir veintitrés horas al día.

Shhh...

Cúlpala a ella,



por despertarte...


domingo, 9 de septiembre de 2012

Un final como todos


Ella no sabe distinguir entre un coqueteo y una burla,
por eso se despeina y se pinta los labios.
Tiene amores inalcanzables,
un gato raquítico y un canario
que cada mañana intenta escapar.
Se baña y fantasea.
Casi no duerme, apenas respira
y aún así, fuma como desesperada.
La llaman “señora” antes de cumplir los treinta,
dicen que se le pasó el tren,
se ríe.
Canta, a veces
para espantar, con paciencia, la soledad.

Él regala flores cuando están en oferta.
Es un tipo normal,
ni alto ni bajo.
Moreno y algo calentón.
No ama, pero miente de vez en cuando.
Pasa todos los días por una cerveza helada,
incluso en invierno.
Él no lo sabe, pero espera encontrarla a Ella.
Las calles son interesantes cuando llueve
y la gente no lleva paraguas.
Más aún cuando tu casa está cerca
y Ella, está mojada.

Sí… pasó…

Pero el final es como todos.
Ella sigue esperando el tren mientras la llaman “señora”.
Él continúa yendo al mismo bar
y pretendiendo amar,
cuando es necesario.

Mientras tu boca va olvidando mi nombre,
la mía aprende a deletrear el tuyo.
Mientras tus manos recorren otros caminos,
las mías se deshacen en despedidas.
Mientras esperaba,
noté que la acera se hizo grande
y las calles fueron quedando atrás.
Noté que tus pasos se detuvieron
y yo seguí mi camino.
Nos rendimos.

...



Hoy me despojé y tuve miedo.
Irreconocible, déspota,
dañina ante la esencia.
Ya no sé lo que vi
ni lo que toqué.
Fui verbo coagulado,
sombra erecta
bajo el pretexto de eclipsar
el desgaste de su ausencia.
Me apoyé en los ojos
que se confundían con las paredes desteñidas.
Hoy me despojé y no tuve fe.
Fui cómplice de lo pendiente
y mis bolsillos se marcharon rendidos,
porque era demasiado temprano,
porque en ellos,
no cabían mis manos…

Peces