martes, 30 de marzo de 2010

Inmaculada

Deslizándose en las demoras
que depositan milagros en clavos
oxidados, ella se viste de mariposa
muerta para despertar golpeada
y herida, intentando recordar el
centenar de estrellas que gritaban
su nombre en las madrugadas.
Las ulceraciones infectadas de su
pecho caminan hacia un epigastrio
que delata el miedo de no encontrar
entre la mitad de una lágrima y un
tercio de dolor, lo que siempre fue
ajeno a sus alas y a sus sombras.
Sí señor, hoy ella se viste de mariposa
muerta y el vuelo lepidóptero de sus
sueños, evoca las polillas que eyacula
su mente momentáneamente inerte.
Masturba sus alas en un baile etéreo
que mezcla la virginidad y la alevosía
pintadas de negro, esparciendo el aroma
a celo que hoy no atrae ni envenena.
Abusa del tiempo inquieto que acentúa
las heridas infectadas que no descansan,
que agotan y opacan el compás de sus
pasos, mientras espera y resurge
el ahogo de los fluidos vírgenes
en un beso que nunca recibió.

miércoles, 24 de marzo de 2010

No importa

No se asusten si me ven hablando sola.
Tan sólo es el retrato de la pared que se cayó.
No se alarmen si con un grito desaparezco.
Quizás es lo mejor.

El día en que tomamos conciencia de lo esencial

Un mes incompleto hecho eterno
en dos minutos y cuarenta y cinco segundos,
embarró al unísono la fragilidad estructural de una Patria
dejando la esperanza colgada en una rama seca.
Se inundó el naciente de pies y piernas
que acariciaban inmunes e inocentes,
la tierra.
Esa tierra que dislocó sueños
y embaucó vidas,
poseedora de un himno que entona a un mar
que tranquilo nos bañaba.
Esa tranquilidad azotó un pueblo dormido
que desde sus escombros aún espera y canta
por la promesa del futuro esplendor.

“Por la razón o la Fuerza”

Temo golpear su puerta

Mis pies fueron extraños
y mis manos un insomnio.
Mis caderas disfrutaron el adiós de un reencuentro
cuando no era el deseo
y sí la compasión,
lo que perduraba en el instante que no era yo quien te acurrucaba.
Caí ante el regreso de un pasado
que temo se haga futuro.
Aseguré la ambigüedad de una estancia intranquila,
de la duda y las mentiras que atormentan las heridas de dos a-dioses.
Ayer, como hoy se esfuma la cronicidad de vez en cuando
sin evitar el líquido salado que moja un lecho de derrumbes.
El a-diós no lo ve y se asimila a un sin-dios.
El otro se asegura a un tronco que está por quebrarse
y no nota la inseguridad de un par de frases que tardan en llegar.
Ni siquiera quieren golpear la puerta…
¿Acaso la abrirán,
o quedará en el sonido hueco de un golpe que sólo rebota en mi?
Un golpe que rebota y me bota,
que me descascara e inventa una melodía hecha de espumas.
¿Soy yo o es la envidia de lo que fui?
¿Es él o era?
¿Es él o seguirá siendo?
“No sir… not me, I am free”
I’m not anyone, pero esa libertad utópica
no me pertenece, sino hasta mañana.

Me duele el brazo izquierdo

No se delatan por sí solos
aquellos estropajos que cubren
el cuadrado que enmarca tu perspectiva.
Me tropecé y te tropezaste
en la esquina de un fósforo apagado.
Cabalgando una pesadilla con dioses y santos que se reían,
que se esfumaban en la niebla azul petróleo de sus manos.
¿Era una muralla?
¿Era la muerte?
Si ponerse de pie resultó un descaro,
dormir resulta hoy, un lujo.
¿De dónde nacen los valores?
¿De dónde renace la fuerza?
Nos perdimos un par de días,
quizás entre la desesperación de lo inevitable.
Tengo sueño y no duermo.
Tengo miedo y no escapo.
He de enfrentar el lazo amargo de una caja vacía
y saltar detrás de un barco encallado en una reja.
Ya no espero,
ya no sonrío
ni como.
No tengo ganas
y de esas ganas se apaga la fuerza que duele en mi brazo izquierdo.
Sangran mis uñas
y pesa el cántaro de agua turbia que escribe “Tú”
en una hoja seca.

jueves, 18 de marzo de 2010

El Terremoto y nosotros

Se han perdido muchas vidas. Yo perdí mi casa, mi hogar, mi refugio. De este evento inesperado apareció lo mejor y lo peor de todos. Nos cambió la vida y nos mostró que el valor de la ella es inmenso, que se puede perder en cualquier momento y que lo material, si bien en el primer momento no es importante, luego de dos semanas de un terremoto, se extraña muchísimo.

Desde el 27 de febrero a las 3:30 AM, han ocurrido cosas que jamás imaginé en mi vida ni en la de los demás que comparten conmigo, una historia y un evento de proporciones catastróficas. El terremoto social que quedó atrás, destruyó sueños más allá de los que destruyó el terremoto mismo. El tsunami que azotó casas, vidas y el esfuerzo de tantos años, uno de los errores más grandes de la gestión de este gobierno, al no dar aviso, al devolver a las casas a gente que intentó salvar sus vidas.

Puedo decirles con una firmeza única que aprecien sus vidas, que aprecien a sus familias, que cuiden lo que tienen a su alrededor. Yo estuve por casi tres minutos pensando que la perdería, al igual que la de mi madre y la de mi tía. Ambas quedaron atrapadas en sus cuartos y no sé de donde saqué la fuerza para abrir esas malditas puertas. A cada movimiento nuestra casa se caía más, hasta llegar al suelo. Ciertos lugares de mi ella, como el baño y la cocina quedaron en escombros y agadeceré por siempre que no estábamos ahí cuando fue el terremoto, sino, no estaría contando esta historia.
Los gritos de mi madre, la desesperación de mi tía, la búsqueda de quienes no sabíamos nada, la desolación luego del terremoto, esa niebla espesa, el olor a cemento, a polvo, el ruido del mar entrando a la ciudad, la desesperación de todas las personas que consiguieron llegar a los cerros... eso jamás se podría imitar, ni siquiera en las famosas películas de desastres. El miedo es indescriptible, las ganas de salvar las vidas que pudiéramos, correr hacia ningún lado sabiendo que donde estuviéramos, nada era seguro. Las lágrimas que derramamos al ver, cuando amaneció, nuestra casa... Pueden pensar que tal vez sea materialista, pero luego de estas dos semanas, extraño tanto volver a tener el hogar que apesar de haber sido una casa vieja, era nuestra. El lugar donde crecí, donde mi padre murió hace años. Incluso no poder ir al cementerio a ver si su tumba está o no entera, el temor a ver que lo puedan dejar en una fosa común...
Cosas que nunca pensé que pudieran pasar.

Y así como esto, podría hacer una lista inmensa de sensaciones, de emociones, de cosas perdidas. Pero si hay algo que ganamos, fue la solidaridad, se crearon lazos que nunca se habrían creado si algo así no hubiera pasado. Conocimos a vecinos, vimos quienes eran nuestros verdaderos amigos, quienes realmente hicieron lo posible y lo imposible por traernos comida, agua y ropa.

Hoy, quien mira nuestra casa llora, piensan y nos preguntan cómo fue posible que saliéramos vivas de ahí. Yo me pregunto lo mismo, pero las respuestas no sé donde están.

Sólo puedo decirles que se cuiden, que corran por sus vidas cuando sea necesario, que cuando necesiten alimentarse ustedes y alimentar a su familia, hagan lo que sea, porque la ayuda de los gobiernos es demasiado lenta para poder satisfacer las necesidades básicas de todos.

Valoren su vida y la de quien tienen al lado... porque cuando están a punto de perderla, no podrán arrepentirse de no haberla valorado.

Lloren cuando quieran llorar, tomen decisiones que jamás tomarían, láncense a hacer cosas que nunca han pensado hacer. Mañana puede ser demasiado tarde...

Quiéranse, ámense, no hagan daño, ayuden a quien lo necesite, no miren hacia el lado cuando alquien necesita un vaso de agua o un pedazo de pan, ahora tan escasos aquí donde estoy.

Cuiden a sus familias, no se separen de nadie sin decirle que lo quieren. No salgan de sus casas peleados, no se duerman con algo que quieran decir, porque en un par de minutos su vida podría ser tan horrible que quedarán con eso atragantado para siempre.

Si quieren sigan mi consejo, si no quieren no lo hagan. Pero aprendan a darle importancia a lo que realmente vale y no a cosas que creen que valen.

La vida, la familia, la comida, el agua, la luz...

Gracias por todo una vez más.
A seguir adelante, a levantarse.

A levantar Chile y a levantar la vida, que nunca más será la misma.

Un abrazo y un beso a cada uno de ustedes.

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