Un mes incompleto hecho eterno
en dos minutos y cuarenta y cinco segundos,
embarró al unísono la fragilidad estructural de una Patria
dejando la esperanza colgada en una rama seca.
Se inundó el naciente de pies y piernas
que acariciaban inmunes e inocentes,
la tierra.
Esa tierra que dislocó sueños
y embaucó vidas,
poseedora de un himno que entona a un mar
que tranquilo nos bañaba.
Esa tranquilidad azotó un pueblo dormido
que desde sus escombros aún espera y canta
por la promesa del futuro esplendor.
“Por la razón o la Fuerza”
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