miércoles, 13 de enero de 2010

Perra vulgar y perro de cola grande

Quise venderle al mundo mi último suspiro
pero lo compró el tipo que me silbó en la esquina.
Casualmente enredé los tacones en su cremallera
y por cinco eternos segundos,
fui una dama decente.
Intenté disimular mi cara de vulgaridad
impaciente por morder el pedazo de…
“souvenir”
que se instaló ante mis ojos,
pero el par de billetes se desvió
hacia la precipitada suerte del tipo que a esas alturas,
ya no silbaba.
Me agarré al tipo,
al poste sin ampolleta,
al grillo que saltó en mi espalda
y al perro que intentaba morderle el culo.


-el perro tenía cola grande-


Ajustadas las cuentas,
me lancé a un charco de agua
para lavar los restos que no alcanzaron a entrar
y saltó el grillo medio vivo, medio muerto.
Pasó una perra oliendo a días fértiles
y el tipo se fue tras ella.
Me quedé con el de cola grande y un par de billetes mojados.
Paré de gozar cuando me empezó a doler la lengua
y me quité el piercing.

2 comentarios:

Oscar Castro dijo...

"Pasó una perra oliendo a días fértiles
y el tipo se fue tras ella."

Me llamo la atencion esta oracion, ya que eso, segun dicen expertos, hasta los hombres son capaces de distinguirlo. Muy bueno.

Chiqui Abreu dijo...

Cuñisss, cuánta fuerza tienen estas letras, todo un volcán que hace erupción ante esa vida que no siempre se dibuja como queremos; en la que una ruleta sigue apostando nuestra suerte con el primero que se cruza por delante.
Me encantó!
Besotes,
Chiqui.-

Peces