jueves, 18 de marzo de 2010

El Terremoto y nosotros

Se han perdido muchas vidas. Yo perdí mi casa, mi hogar, mi refugio. De este evento inesperado apareció lo mejor y lo peor de todos. Nos cambió la vida y nos mostró que el valor de la ella es inmenso, que se puede perder en cualquier momento y que lo material, si bien en el primer momento no es importante, luego de dos semanas de un terremoto, se extraña muchísimo.

Desde el 27 de febrero a las 3:30 AM, han ocurrido cosas que jamás imaginé en mi vida ni en la de los demás que comparten conmigo, una historia y un evento de proporciones catastróficas. El terremoto social que quedó atrás, destruyó sueños más allá de los que destruyó el terremoto mismo. El tsunami que azotó casas, vidas y el esfuerzo de tantos años, uno de los errores más grandes de la gestión de este gobierno, al no dar aviso, al devolver a las casas a gente que intentó salvar sus vidas.

Puedo decirles con una firmeza única que aprecien sus vidas, que aprecien a sus familias, que cuiden lo que tienen a su alrededor. Yo estuve por casi tres minutos pensando que la perdería, al igual que la de mi madre y la de mi tía. Ambas quedaron atrapadas en sus cuartos y no sé de donde saqué la fuerza para abrir esas malditas puertas. A cada movimiento nuestra casa se caía más, hasta llegar al suelo. Ciertos lugares de mi ella, como el baño y la cocina quedaron en escombros y agadeceré por siempre que no estábamos ahí cuando fue el terremoto, sino, no estaría contando esta historia.
Los gritos de mi madre, la desesperación de mi tía, la búsqueda de quienes no sabíamos nada, la desolación luego del terremoto, esa niebla espesa, el olor a cemento, a polvo, el ruido del mar entrando a la ciudad, la desesperación de todas las personas que consiguieron llegar a los cerros... eso jamás se podría imitar, ni siquiera en las famosas películas de desastres. El miedo es indescriptible, las ganas de salvar las vidas que pudiéramos, correr hacia ningún lado sabiendo que donde estuviéramos, nada era seguro. Las lágrimas que derramamos al ver, cuando amaneció, nuestra casa... Pueden pensar que tal vez sea materialista, pero luego de estas dos semanas, extraño tanto volver a tener el hogar que apesar de haber sido una casa vieja, era nuestra. El lugar donde crecí, donde mi padre murió hace años. Incluso no poder ir al cementerio a ver si su tumba está o no entera, el temor a ver que lo puedan dejar en una fosa común...
Cosas que nunca pensé que pudieran pasar.

Y así como esto, podría hacer una lista inmensa de sensaciones, de emociones, de cosas perdidas. Pero si hay algo que ganamos, fue la solidaridad, se crearon lazos que nunca se habrían creado si algo así no hubiera pasado. Conocimos a vecinos, vimos quienes eran nuestros verdaderos amigos, quienes realmente hicieron lo posible y lo imposible por traernos comida, agua y ropa.

Hoy, quien mira nuestra casa llora, piensan y nos preguntan cómo fue posible que saliéramos vivas de ahí. Yo me pregunto lo mismo, pero las respuestas no sé donde están.

Sólo puedo decirles que se cuiden, que corran por sus vidas cuando sea necesario, que cuando necesiten alimentarse ustedes y alimentar a su familia, hagan lo que sea, porque la ayuda de los gobiernos es demasiado lenta para poder satisfacer las necesidades básicas de todos.

Valoren su vida y la de quien tienen al lado... porque cuando están a punto de perderla, no podrán arrepentirse de no haberla valorado.

Lloren cuando quieran llorar, tomen decisiones que jamás tomarían, láncense a hacer cosas que nunca han pensado hacer. Mañana puede ser demasiado tarde...

Quiéranse, ámense, no hagan daño, ayuden a quien lo necesite, no miren hacia el lado cuando alquien necesita un vaso de agua o un pedazo de pan, ahora tan escasos aquí donde estoy.

Cuiden a sus familias, no se separen de nadie sin decirle que lo quieren. No salgan de sus casas peleados, no se duerman con algo que quieran decir, porque en un par de minutos su vida podría ser tan horrible que quedarán con eso atragantado para siempre.

Si quieren sigan mi consejo, si no quieren no lo hagan. Pero aprendan a darle importancia a lo que realmente vale y no a cosas que creen que valen.

La vida, la familia, la comida, el agua, la luz...

Gracias por todo una vez más.
A seguir adelante, a levantarse.

A levantar Chile y a levantar la vida, que nunca más será la misma.

Un abrazo y un beso a cada uno de ustedes.

Nave

2 comentarios:

Unknown dijo...

Linda tua crônica! Pode-se sentir a sinceridade e emoção em cada uma das palavras. Novamente afirmo: conte conosco. Coragem! (se é que pode caber mais um pouco nesse pequeno grande corpo). Daqui estamos torcendo para que tudo se ajeite da melhor forma possível.
Muitíssimos beijos e um abraço bem forte e apertado. Da sempre profe: Laís

Alís dijo...

Conmovedor tu texto. Soy española, pero vivo en Santiago. Viví el terremoto, pero fui muy afortunada. Creo que es normal que eches de menos tu casa, no eres materialista por eso. Es tu vida. Con tu casa se fue la vida que vivías, ahora estás en una nueva. Y lo más auspiciador, creo yo, es que la inicias agradecida de vivir y con magníficos propósitos.
Te deseo lo mejor

Peces