jueves, 26 de agosto de 2010

¿Sería otra la historia?

Si es cuestión de destilarnos,
prefiero la espera.
El deseo estrecho de ansias y excusas
va forjando la mudez de los ojos
que se extraviaron en mis tobillos.
Fue la inmersión de los actos,
la autoridad inverosímil
de un solsticio apagado.
Encendemos velas,
quemando nombres
y lanzándolos a la espuma.
¿Sería otra la historia?
Ya no contamos.
Recordamos…
y bajo el manto azul
de una inconsciencia,
sollozamos entre cercas adornadas con mierda.
Porque la sangre ya no es sangre
y sangra lodo ensangrentado
desde la sangría sangrienta del corredor.
El rumor se lamenta
al instante en que el poder se suicida
colgando de los pies.

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