miércoles, 6 de enero de 2010

No quiero amarlo

No quiero mirarlo.
Quiero bailar en el brillo que destella su paciencia,
perderme en sus urgencias y encontrarlo.
No quiero besarlo.
Quiero surcar en el azul de su lengua,
y en el papel que rasgan sus ojos
amanecidos de muros y un cristal.
No quiero abrazarlo.
Quiero correr y lanzarme al suelo
que viste de cuentos una playa tatuada de piel,
oyendo el favor de un mendigo que desnuda su partida.
No quiero sentirlo.
Quiero leer el misterio de su niñez
en complicidad con la madurez de sus estaciones
y sus manos chuecas de riesgos y desventuras.
No quiero amarlo.
Quiero rescatar desde su sed
el abismo y la huída de sus reflexiones
que busca el ruido del aleteo de una mariposa prófuga.

No quiero amarlo, no quiero (tan sólo) amarlo...

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