martes, 1 de junio de 2010

Que te follen


Despellejé la cobardía
al torturar la oscuridad
bajo un par de pies embarrados.

Me arrodillé y pedí perdón
-sin culpa-
sin una maldita culpa que
deshiciera en sal y azufre
el asqueroso reflejo
que se retorcía en tus uñas.

Maldije tu odio
borracho de abriles
que no se recuerdan
-ya no se recuerdan-.

Y en la ansiedad de opacar
el vicio indecente que rodea
la mugre de tu lengua,
pacté tu vergüenza en mis sienes,
grabé el aliento de tu vómito
en mi vientre
y me largué
-me fui a la mierda-.

Desde la mierda te lancé el último beso
mientras cultivaba el odio
que alimenta mi voz y mis entrañas.
Y grité
-como nunca en mi puta vida grité-


¡Que te follen! ¡Que te follen de una vez!


Y reí,
como nunca en mi vida reí
cuando te partieron el culo por la mitad.


… Te miré a los ojos
y vi que ya no eras tú…
-era yo, era yo-

3 comentarios:

Garsil dijo...

Buenas tardes... ¡Ah la loca vida!
cómo un buen duelo,
entre los placeres y desatinos,
juega nuestra existencia,
y deseos de retroceder la injusticia.
Gracias. Garsil

Danae dijo...

Gracias Garsil!!!

Es un juego loco, sí.
Siempre que quieras puedes pasar por aquí y darte un placer o uno que otro desatino.

Saludos!

PABLO SANTIBAÑEZ dijo...

Que bueno que te guste la poesía. Como dijiste....gusto de pocos.
Me entretengo leyendo tus versos, sigue adelante, yo segure leyendo...Saludos.
Pablo.

Peces