miércoles, 22 de julio de 2009

Veneno en cobre tinte


Acumulo la risa en el éter que,
cuajado de quebrantos ondulados,
desmorona el tiempo mal nacido
bajo la tormenta de una visión.

Hechicera…
¡sí!,
¡majestuosa elegancia que adulo tras mis pasos!

Tras el vacuo insomnio que llena el infierno
se recuesta la pesadilla y el sueño.
Sereno y multiplicado,
el miedo evoca al aliento que,
en su hedor de plegarias añejas,
tejió el que hoy es mi lamento.

Hechicera…
¡sí!
¡sediento encanto de inocencia perdida!

¡Mía, mía, sólo mía!
¡Tan pura como el vaso que bebió tu nombre!
¡Tan anegada como el pulcro viento
que se viste no de oro, y sí de cobre!

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