domingo, 3 de mayo de 2009

Un gato negro en el tejado

Mirando hacia al sur;
los ojos palpitantes de grises esquinas,
observando la vida apagada en un hilo del tendedero
y ella, con la silueta entre sábanas, indiferente a la escena sobre el tejado
oye el tren que a lo lejos se escapa con el viento.

Sus memorias sin sentido, bajo el techo sin cielo raso
se acurrucan en las palabras de amor que antaño llenaban su existencia.
La cruz de su sigiloso compás al andar
yacen hoy en un charco de lluvia desgastado.

¿Es éste el símbolo de fidelidad que mis últimos minutos,
llenos de extraños silencios,
se aferran a la religión de los sueños de su vestido?

La vista ofuscada, sin solución aparente
dibuja cada mechón de su cabello
y sus manos, reveladas en caricias interminables
se encuentran con el eco de mi aliento moribundo.

¿Es éste mi último lecho,
el frío y cruel término de mis días junto a ella?

Las sábanas del tendedero han grabado su silueta
y sin conocer las lágrimas, se reflejan con dolor en mi alma sin suerte.
Así se va el silencio de mis temores,
tan insignificante, tan irremediablemente olvidado.

Seré uno más de tantos absurdos agónicos,
que pasan su vida enamorados de la nada;
seré, el abandonado
sólo un gato negro más que muere en el tejado.

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