miércoles, 14 de noviembre de 2007

Batalla

En la anchura de mi piel no existen fronteras para la tuya

Cada centímetro de mí lleva tu marca.

Mis poros destilan el sudor que alguna vez sació tu boca sedienta.

Esa boca sedienta de mi sudor, de mi fuego y de mi pasión.

Tus manos conocieron la expresión de mi sensualidad

Y de la entrega más sublime nuestros corazones fueron testigos.

Las paredes se desvanecían, el techo se derrumbaba,

La cama, tantas veces lecho de batallas desenfrenadas

Reclamaba el derecho de escenario para un nuevo combate.

Así conocí noche tras noche lo que te hacía vibrar

Y tú conociste lo que mi mente y mi cuerpo pedían a gritos.

¿Quién más que tú puede reclamar la posesión de las curvas de mi cuerpo

Y dar una cátedra de lo que él mismo desea?

Ahora que no estás las paredes no se mueven,

El techo está inmóvil y la cama, nuestro diario campo de batalla

Ha perdido las trincheras y las armas han desaparecido.

Los soldados que peleaban han perdido la lucha.

Alguien se rindió y esa he sido yo…

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