o quizás los callos que traes a cuestas.
Fue el aliento, el susurro
o simplemente,
la sonrisa que le devuelves al tiempo.
Aprendí a recordarte a medias,
a desgastar los vidrios empañados
cuando pasa el frío
y a mirar de lado
para que no se note
que dejé de verte a ti.
Ahora voy caminando al revés.
Arrastrando los puños
para esconder el cansancio.
Y corro.
Corro despacio y pausado,
así como tú
cuando buscas mi cintura.
Fue el vacío disfrazado de vino y sal
al alzar la copa que manchó mi vestido.
Y moriste.
Moriste para renacer en tintes violeta,
mientras yo me deshice en aquella mancha que no se borra...
No se borra...
"Y..."
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