Me he preguntado
dónde dejé tus fotos
y si aún nos queda algo de alcohol.
Creo que derramé la botella bajo el ventilador ,
bajo la última canción que me heredaste en testamento.
Me sostuve a medias.
Sí,
lo recuerdo.
Las quemé.
Invoqué improperios, soeces,
lánguidas e irremediables llamas azules.
Porque ¿sabes?
me gusta el azul.
También me gusta exagerar.
Por eso escribo,
porque miento.
Me miento.
A momentos.
Con menta y ron.
Sí,
lancé la botella contra la pared.
¡¿Por qué?!
Si aún le quedaba un resto de besos
y de manos entrelazadas.
Algo de caminatas por la playa,
nubes, gatos, cabellos
y la partida de tu perfume.
Como en las fotos.
Lloré.
Si,
lloré
y me vi patética,
como un feto sin piernas,
como un pájaro sin pico,
como una botella sin alcohol.
Como yo sin ti.
Me pregunto
¿A qué saben la cordura,
el sueño y el hastío?
¿A qué saben la cordura,
el sueño y el hastío?
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