lunes, 16 de noviembre de 2009

Soy muda, pero quisiera ser sorda

Tal vez llegué tarde al festín de insomnios
mientras apagaba el cigarro en el borde de la ventana.
Quizás el tiempo no borró las huellas
escondidas bajo la hoja manchada de café sin azúcar.

Soy muda.

Y en mi silencio obligado,
suelo gritar notas repetidas
(saberlas repetidas me hacen gritar más)
que se aplican a la mitad de la escala musical.

Quisiera ser sorda y no muda,
quisiera oler y no sentir el aroma
que emana,
raspante
tu espera.

Quizás llegué tarde,
quizás antes de tiempo.

¿Pero antes de qué?

Antes de ella,
del tiempo.

Antes de que se acabe el vino
que servimos en una copa trisada,
con la certeza de que al quebrarse
desmoronaría la sangre que mañana,
inevitablemente,
brotará de nuestras manos.

Sigo muda,
queriendo ser sorda.

Sigo esperando,
queriendo partir.

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