domingo, 8 de noviembre de 2009

En tus manos


Es de soberbios alzar un grito ante una muralla
y desobedecer al amo del concreto
que en el abstracto de su idiosincrasia
se evapora en el sonido.

Tras el choque que sufrí en la oscuridad,
perdí las manos y los pies.
Colgajos de tendones
se hundieron en los huesos astillados
que acariciaron tus ojos y los párpados del sueño.

Sólo la boca se hizo presente e indemne ante tal destrucción.
Con ella me desangré
hasta perder la lengua en tus rodillas
y resignada al vaivén de mis arterias
me entregué a tus brazos.

Regresé…
y en el regreso que coaguló el beso de despedida
servimos una copa que no era tuya ni mía.
La copa de una virtud que no llegó,
de una esperanza que se perdió en la orilla de un mar sin nombre
y con el paso corto y cansado,
ofreciste tus manos a mi alma.

Con el corazón entre las uñas,
pudiste comprender que se estrujaba
y fuimos nosotros, no ellos
quienes amamos la penumbra de un mundo
que ante tus ojos,
decapitó la vergüenza y el espanto.

1 comentario:

Chiqui Abreu dijo...

Cuñissss, tus poemas siempre tienen la fuerza de un huracán, pero éste en particular me atrapó por el ímpetu del sentir que transmites.
Te admiro mucho, eres genial!!
Besos,
Chiqui.-

Peces