jueves, 22 de octubre de 2009

Son las ocho de la mañana

A veces la inocencia
se torna el blanco perfecto de una resignación
y la oscuridad
deseable y placentera,
presiona un destino que se convierte en un susurro.
¿Es suficiente clamar por un minuto que no avanza?
¿Es necesario pedir ayuda y gritarle al propio eco?
-Si aún te importa, no me lo digas-

Lo etéreo se desvanece en un sabor conocido
y termina cantando una melodía que suena a desperdicio.
-Amour-

Título de revista encontrado en un basural:
¿Alguien ha visto a mi bebé?
Una cucaracha camina por la letra “A”,
“a” de abajo, “a” de amigos,
“a” de almacén, “a” de a…
El “A”lmacén de la esquina está vacío,
ayer cerró por quiebra, dejaron de vender cigarrillos;
Aún tengo uno en mi bolsillo, en realidad, la mitad…
Todo lo tengo por la mitad,
hasta la puta conciencia… ¿Se nota?
-No respondas-

Hoy saldré a correr
y al llegar a la esquina,
volveré a casa y dejaré de pensar un minuto.

¿Sabes?
Los ángeles no vuelan, ¡ni siquiera corren!
son unos malditos holgazanes,
llegan a la esquina y se devuelven a su casa.
Lo sé, no es lo que estás pensando
pero yo lo creo,
yo lo vivo.


Son las ocho de la mañana,
hora de volver a pensar como tú,
como todos.

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