domingo, 16 de diciembre de 2007

Hacer el odio

Desde el más insidioso hedor de tus palabras
nace la miseria de los días crudos de mi vida.
Porque esperar una caricia tuya
es como la más horrosa tortura.
Sentir que te acercas a mi piel
exhalando la fealdad de tu tacto.
Odio verte llegar y saber que me deseas,
fingir que los golpes de tu mirada
no penetran con ardor en mi podrida alma.
Arriesgo mi vida, mi cuerpo, mi integridad moral al tenerte cerca.
Miles de noches soportando tu crudo y asqueroso sudor.
Odio tu vocabulario nauseabundo,
tus gemidos de puerco revolcándose en mierda.
Mi cuerpo es la mierda, tu triste e inseparable mierda.
Aquella acostumbrada a tu vil y despiadado deseo incontrolable.
Me posees una y otra vez en una cama llena de desiluciones
y mi piel, esclava de tu sucio placer se pudre minuto a minuto...

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